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lunes, 30 de diciembre de 2013

Pirotecnia en las Fiestas de fin de año

Los petardos y bengalas son una diversión común en las fiestas de fin de año. Estos son explosivos que funcionan con mecha, carga explosiva y pólvora, y su mal uso puede causar grandes daños. Es importante recordar que el factor humano es el responsable de las lesiones producidas por la pirotecnia. Se producen como consecuencia del descuido a la hora de manipular elementos explosivos, de los efectos del alcohol y de la imprudencia.

Si se decide por utilizar la pirotecnia hay que tomar las siguientes precauciones para reducir el riesgo de lesiones: solo debe ser manejada por adultos responsables, sin permitir a los niños manipularla solos. Estos siempre deben estar acompañados de un adulto en la presencia de explosivos (cohetitos, petardos, bengalas). Hay que comprar pirotecnia autorizada que cumpla con las normas de seguridad, usarla en un espacio abierto y tener un balde de agua a mano. Leer todas las instrucciones en el envoltorio y asegurarse que los fuegos artificiales estén colocados y apoyados firmemente en el piso o el soporte que venga con el producto. En caso de lesiones, lavar la herida con agua fría o helada, colocarle paños limpios y humedecidos y concurrir al centro médico más cercano.

Recomendaciones

*Los artificios pirotécnicos NUNCA se deben transportar en los bolsillos.

*No deben tenerse en la mano elementos pirotécnicos, contenidos en envoltorios de papel o polietileno, en el instante de proceder a encender unos de ellos, UTILICE UNO POR VEZ.

*Preste atención a las RECOMENDACIONES DE USO del fabricante o importador.

*No arroje elementos que estallen debajo de vehículos.

*NO CORTE ni experimente con artificios pirotécnicos que produzcan estallidos o proyecciones.

*No dirija los mismos contra personas o cosas.

*No detone artificios en recipientes de vidrio, latas, etc.

*No fume en el lugar donde se vendan pirotecnia.

*No se debe comercializar pirotecnia en la vía pública.

*Respete a las personas que no participan de su diversión.

LOS ARTIFICIOS PIROTECINCOS AUTORIZADOS A LA VETA DEBEN PRESENTAR LAS SIGUIENTES LEYENDAS:

-Nº de inscripción del fabricante.

-Nº de registro del artificio.

-Recomendación y detalle de su correcto uso.

-Inscripción “VENTA LIBRE”.

-“PROHIBICION DE VENTA”, a menores de 16 años.

-Denominación y marca.

SEA PRUDENTE, NO OLVIDE QUE LA PIROTECNIA LEGAL… LASTIMA IGUAL

Las mascotas y la pirotecnia en las Fiestas de fin de año

Perros y gatos suelen asustarse por el ruido de los fuegos artificiales. ¿Conviene darles algún tranquilizante? ¿Qué debemos hacer si los dejamos solos? ¿Cómo acompañarlos?
 
 
 
 

¿Por qué las mascotas se asustan tanto con la pirotecnia?

“A los humanos también nos afectan los estruendos y las tormentas. En el caso de los animales, principalmente ocurre por el temor a lo desconocido y a que esos estímulos les produzcan alguna injuria posteriormente”, responde Ricardo Bruno, médico veterinario especialista en comportamiento animal.

Además, la conducta de las personas en esos días es distinta y no cumplimos con la rutina cotidiana. “Si, por ejemplo, los dueños se van a las nueve de la noche de casa, hora en la que suelen llegar, es percibido por los animales y les genera malestar”, agrega Juan Duacastella, médico veterinario.
 
 
 

¿Perros y gatos sufren por igual?

“Los perros parecen ser más sensibles o demostrativos con los estruendos y rompen cosas o sufren accidentes por intentar salir de algún lugar”, responde Duacastella. “En ellos es un poco más complicado en virtud de la estructura social de los cánidos donde la conducta de los integrantes de su grupo social (familia humana en el caso de los perros domésticos de compañía) incide en la aparición de fobia en el perro por este tipo de estímulos”, amplía el doctor Bruno .Con respecto a los gatos, en general ante los primeros ruidos buscan un lugar inaccesible, tranquilo y oscuro. Se quedan ahí hasta horas después de pasados los estruendos. “No representan un problema mayor para sus propietarios ni para el mismo animal”, asegura Bruno.

¿Hay que darles sedantes?

“Particularmente no recomiendo sedantes”, responde el doctor Bruno. “Lo que utilizo son psicofármacos anti fóbicos, pero únicamente en los casos de animales fóbicos que están realizando un tratamiento de desensibilización sistemática con la participación del o de los propietarios”, detalla.“Fundamentalmente hay que consultar al veterinario, ya que las acciones serán distintas dependiendo de cada animal”, agrega Duacastella. Y explica que, por lo general, se usan unas gotas que son tranquilizantes. Alerta que bajan mucho la presión y deprimen a la mascota, así que deben usarse con cuidado y exclusivamente bajo prescripción veterinaria. “Pueden ocasionar serios inconvenientes. La dosis es muy variable y debe ser la menor posible. Si no se prescriben por el veterinario conviene no usarlos, porque son peligrosos”, opina.“Otra opción es darles algún tranquilizante natural como, por ejemplo, el té verde. Si las mascotas van a estar en un lugar donde no se puedan accidentar o destruir cosas, lo mejor es evitar medicaciones”, concluye Duacastella.

 
¿Qué más podemos hacer para acompañarlos?

“Para atenuar los sonidos, una buena medida es colocar a los perros algodón en los oídos. Principalmente, no hay que contenerlos como si fueran niños, abrazándolos y hablándoles. Lo ideal es dejarlos tranquilos, en un lugar oscuro, e interactuar lo menos posible con ellos mientras presenten demostraciones de miedo”, responde Bruno.

“Si los dueños se van a festejar a otra casa, lo ideal es dejarlos en un lugar cerrado que no tenga puertas de vidrio. Conviene que esté oscuro y con las persianas bajas. Dejarles una música suave de fondo a la que estén acostumbrados o la televisión encendida. También arrimarles todo lo que sea cotidiano para ellos, incluyendo sus juguetes”, sugiere Duacastella.

Por su parte Carlos Berho, veterinario agrega varias recomendaciones:

·         Cerrar puertas y ventanas.

·         Si el perro debe quedar solo, dejarlo en un ambiente bajo techo, aislado de ruidos y fuegos artificiales.

·         Nunca dejarlo al aire libre si hay ruidos que pueden asustarlo. Si está a la intemperie, debe estar en compañía de sus dueños para que le transmitan tranquilidad.

·         Procurar que coma temprano, varias horas antes de las 12 de la noche y dejarle agua fresca a disposición.

Recordar que el perro debe siempre tener un collar que lo identifique con los datos de contacto del dueño, para que pueda ser devuelto en caso de extravío.
 
 
 
 

jueves, 21 de noviembre de 2013

Día mundial sin alcohol


Instaurado por la Organización Mundial de la Salud el 15 de noviembre se celebra “El Día Mundial sin Alcohol”, debido a la repercusión social de los problemas relacionados con éste. Esta fecha representa un estímulo más para reflexionar, desde todas las instancias, sobre la prevención y ayuda a los sectores más afectados y sobre las consecuencias, ya que como enfermedad ha sido el azote de las últimas décadas del siglo XX y promete ser bastante más cruel en este Siglo XXI.
 

¿Cuándo se celebra?
 
Cada 15 de noviembre todos los años se celebra el Día Mundial Sin Alcohol. Es un día en el que gracias a diversas iniciativas se pretende concienciar a la población de las graves consecuencias que puede llegar a tener el consumo de alcohol.
 
 
 
 
 
 
Origen
 
La Organización Mundial de la Salud decidió establecer un día para fomentar la responsabilidad de las personas, sobre todo de los jóvenes para controlar el consumo de alcohol, siendo establecido el 15 de noviembre.
 
¿Qué se hace?
 
Se realizan diversas actividades en las que se intenta enseñar a los jóvenes las graves consecuencias que pueden llegar a tener si toman alcohol sin control, así como las consecuencias que tienen sus actos en caso de que hagan algo malo estando en el estado de ebriedad. En muchas ciudades del mundo se realizan jornadas en las que las personas pueden comprobar de primera mano las consecuencias que ha tenido el alcohol en un gran número de víctimas de tráfico cuyos accidentes fueron resultado de una excesiva ingesta de alcohol. Personas en sillas de ruedas, personas con falta de algún miembro del cuerpo, etc. enseñan con su historia lo que no se puede hacer: mezclar la conducción con el alcohol. La persona que se pone al volante debe de tener todos los reflejos al máximo y no estar bajo los efectos del alcohol, drogas, etc. Las campañas de prevención del mismo modo intentar concienciar a la población mundial de todos aquellos problemas que generan las adicciones, especialmente el alcohol. Pretender sensibilizar a los padres de la importancia que tiene enseñar a sus hijos los peligros que tiene el alcohol.
 
Alcohol… ¿Qué es?
 
El alcohol es una de las drogas más consumidas en nuestra sociedad, muchas personas acompañan sus actividades sociales con el alcohol y es aceptado como un acompañamiento placentero de las relaciones y los encuentros sociales. Esta percepción del alcohol ha contribuido a extender su consumo, no sólo entre los adultos, sino también entre los jóvenes y los adolescentes, que se inician en edades muy tempranas. A pesar de que un uso moderado de alcohol (1 ó 2 vasos diarios en las comidas), pudiera ser beneficioso para la salud de algunas personas, para otras sus hábitos y patrones de consumo pueden llevarles a tener verdaderos problemas, tanto para el propio afectado como para el entorno en el que vive (problemas de salud, malos tratos, accidentes de tráfico y laborales, alcoholismo, etc.). Parece que la sociedad actual está tomando conciencia del alcohol como una droga más, que afecta gravemente a la salud. Se intenta evitar el inicio precoz del consumo por parte de los jóvenes y aumentar el control sobre la publicidad que pudiera incidir en un consumo abusivo del mismo. El principal componente de las bebidas alcohólicas es el etanol, éste es un depresor del sistema nervioso central, es decir, adormece progresivamente las funciones cerebrales y sensoriales. En ocasiones se confunde erróneamente con un estimulante, ya que en un primer momento produce euforia y desinhibición conductual. Esto se debe a que primero afecta a los centros cerebrales responsables del autocontrol, lo que conduce a que nos dejemos llevar por los efectos del consumo de esta sustancia.
 
Consecuencias
 
El consumo excesivo de alcohol lleva consigo y está relacionado con un gran número de trastornos y enfermedades, entre las que se encuentran:
  • Daño cerebral.
  • Problemas de memoria.
  • Adicción y dependencia.
  • Subida de la tensión arterial.
  • Posibilidad de desarrollar tipos de cáncer.
  • Daño en las mucosas del aparato digestivo.
  • Problemas de alimentación.
Además de las consecuencias personales asociadas a ciertos tipos de enfermedades, también se distinguen ciertas actitudes o hechos que pueden ocurrir cuando una persona no controla la ingesta de alcohol:
  • Vandalismo.
  • Peleas, violencia.
  • Problemas familiares.
  • Aumento de suicidios.
  • Disminución de los reflejos.
  • Mayor probabilidad de sufrir un accidente.
El alcohol que bebe un individuo provoca no sólo problemas en él, sino también en sus padres, hermanos, parejas, amigos, trabajo, vecinos, desconocidos. TODOS SOMOS SUS VICTIMAS y lo justificamos diciendo simplemente “es que había bebido...”
 Para tener problemas con el alcohol no hay que estar necesariamente borracho ya que ello no depende solo de la cantidad que se bebe sino también de las circunstancias en las que se toma: edad, embarazo, trabajo, conducción… en estas situaciones se convierte en realidad aquello de que “un poco de alcohol es mucho”.
 
 
 
 
 
Alcoholismo
 
Es una enfermedad que consiste en padecer una fuerte necesidad de ingerir alcohol, de forma que existe una dependencia física del mismo, manifestada a través de determinados síntomas de abstinencia cuando no es posible su ingesta. El alcohólico no tiene control sobre los límites de su consumo, y suele ir elevando a lo largo del tiempo su grado de tolerancia al alcohol.
 
Consejos para padres
 
QUÉ PODEMOS HACER:
·       Primero hay que darles un buen ejemplo, si nuestros hijos nos ven beber, aprenderán este comportamiento, sobre todo no es conveniente que nosotros abusemos en el consumo de alcohol.
·       Procura dar a los niños jugos y refrescos que no contengan alcohol, esto hará que los niños se acostumbren desde pequeños a este tipo de bebidas.
·        Debemos ser críticos ante la publicidad de bebidas alcohólicas que aparecen en los medios de comunicación y enseñar a nuestros hijos a verlas de una manera constructiva sin caer en los mitos que de esta publicidad se derivan.
·        Debemos enseñar a nuestros hijos a resolver los problemas que les surjan de una forma adecuada y que no vean el consumo de alcohol como la forma de resolver u olvidar sus problemas.
·        Dialogar con los hijos y mantener conversaciones claras y sin tabúes sobre el alcoholismo es una buena forma de prevenir el futuro consumo o los problemas derivados del mismo.
·        Hacer ver a nuestros hijos y enseñarles a tratar a los alcohólicos como enfermos y que sepan que es un problema que se puede tratar e incluso animarles a ayudar a personas que tengan esta problemática.
QUÉ NO DEBEMOS  HACER:
·        Utilizar cualquier celebración o acontecimiento para consumir alcohol delante de nuestros hijos.
·       Animar a los niños a tomar alcohol, aunque sea en un momento puntual, con algún motivo festivo o intencionado.
·        Asociar la diversión y el ocio con el consumo del alcohol.
·        Ser permisivo y dejar pasar episodios de embriaguez o borracheras, en vez de dialogar con los hijos después de alguno de estos episodios.
·        Tratar despectivamente a los alcohólicos sin comprender este problema como una enfermedad.
·        No querer hablar del consumo del alcohol o del alcoholismo o hacerlo de una forma autoritaria.
·        Consumir habitualmente alcohol o aparecer borrachos en casa.
 
Consejos para jóvenes
 
 NO CONSUMIR:
·         Si eres menor de 18 años (afecta más a tu organismo y está prohibido por la ley).
·         Si padeces o has padecido alguna enfermedad de hígado, riñón o algún problema psicológico o psiquiátrico.
·         Si estás embarazada.
·         Si el motivo que te lleva consumir, es porque lo hacen tus amigos.
·         Si piensas que los problemas se afrontan mejor habiendo bebido.
REDUCE LOS RIESGOS:
Si aún después de estos consejos consumes alcohol ten en cuenta esto:
·         Come lo suficiente para evitar los efectos tóxicos sobre el estómago vacío.
·         No conduzcas, desplázate en autobús o taxi.
·         No mezcles el alcohol con otras drogas ni medicamentos.
·         No tomes demasiadas copas, de esta forma evitarás la borrachera, que aumenta el daño físico y provoca peleas y accidentes.
·         Beber poco a poco, reduces el daño y se saborea mejor.
·         Si vas a trabajar o a estudiar al día siguiente, no bebas o hazlo moderadamente.
·         No bebas, o hazlo moderadamente, si piensas mantener relaciones sexuales y que no se te olvide la protección.
  • Si te encuentras mal o estás mareado, acude al médico o a algún servicio de urgencias.
 
 
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Bueno, acá les traigo otro artículo que me parece interesante para compartir y reflexionar. Espero que les guste y que les llame un poquito la atención, y si quieren me digan que les pareció.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Los buenos modales

Buenos días, gracias, por favor...
 

¿Tanto cuesta dar los buenos días? ¿Y un simple gracias ante el gesto amable de otra persona? En pocos años, la sociedad ha pasado de vivir ceñida en unas normas de educación y buenos modales, quizás demasiado estrictos, a hacerlo en el más absoluto desprecio a las reglas básicas de convivencia y respeto. ¿Debemos resignarnos a que desaparezca la buena educación?
 
 
 
 

Buenos modales, una antigüedad
 

Todas las palabras que en tiempos anteriores designaron la buena educación han caído en desuso. Modales, cortesía, urbanidad, compostura, son conceptos desaparecidos del lenguaje habitual y, me atrevería a decir, desprovistos de significado para las generaciones más jóvenes. Aunque el lenguaje no crea la realidad, sirve para ordenarla y darle sentido. La parafernalia que encumbró a los buenos modales fue parte irrenunciable de la educación de cualquier niño (más aún, de cualquier niña) hasta hace cuarenta años. ¿Por qué ha dejado de serlo? ¿Hay que imputar el cambio a la llegada de la democracia y de las libertades? ¿Es un cambio bueno o malo? Y si es malo, ¿es posible recuperar lo que se perdió? No cabe duda de que el sentido de la educación ha dado un giro radical, mayormente para bien, pero no faltan las zonas grises. Es bueno que la educación básica alcance hoy a todos los estratos sociales. Que se haya desprendido de castigos y represiones absurdos, que haya suprimido algunas distancias, evitando rigideces disciplinarias y normas que encorsetaban y enturbiaban las relaciones. No lo es tanto, sin embargo, que la igualdad y las libertades, no siempre bien entendidas, y abonadas por reiteradas innovaciones psicopedagógicas, hayan propiciado una confusión de territorios, mezclando las funciones de maestros y alumnos, padres e hijos, en un todo revolucionario, en el que nadie sabe a qué está jugando. Una a una han ido cayendo las obligaciones y las reglas más elementales, mientras la espontaneidad infantil cobraba un valor insólito. Era lógico que ocurriera. Era forzoso liberarse de las muchas constricciones ridículas que la educación franquista y nacional católica había impuesto sin remisión. Pero el paso de una forma de educar a otra fue exagerado y sin concesiones. Se echaron por la borda las convenciones sociales sobre la base implícita de que las buenas maneras eran prejuicios trasnochados e inútiles, que marcaban barreras innecesarias entre el menor y el adulto. Las buenas maneras son el principio de la moral. Las formas o los modales cultivados no reprimen las emociones, sólo las reconducen, con el objetivo de mostrar que la compañía de los otros no nos es del todo indiferente. Ser civilizados tiene un coste, supone reprimir ciertos deseos, no dar rienda suelta a la espontaneidad, guardar las distancias, dar importancia al respeto mutuo. La cortesía es una ficción, no cabe duda, pero una ficción necesaria porque resuelve la contradicción que sentimos al querer ser libres y autónomos y tener que vivir con los demás. Según el escritor satírico irlandés del siglo XVIII Jonathan Swift, autor de ‘Los viajes de Gulliver’, " las buenas maneras son el arte de que los demás se encuentren bien con uno mismo". Un arte que no sólo se cultiva en la ciudad o en el espacio público, sino en la escuela y, sobre todo, en la familia.
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
La solución es de todos
 

Es fácil oír a menudo a personas mayores quejándose de la poca educación de jóvenes en el transporte público (no dan el lugar, ponen los pies en los asientos, gritan de un extremo a otro...) o lamentando la ausencia del saludo al llegar a un lugar, de las gracias ante un favor, etc. Todos estos comportamientos entran dentro de lo que llamamos buenos modales o buena educación: actos que expresan el nivel de conciencia que tenemos hacia la dignidad de las demás personas. Observando a nuestro alrededor - familia, amigos, escuela, trabajo, medios de comunicación-, parece que los buenos modales no están de moda. No podemos excusarnos en que no hay otra opción en esta sociedad individualista. En muy poco tiempo, el mundo ha logrado grandes avances - en la ciencia y la tecnología, por ejemplo-, pero en otros - las relaciones humanas-, podríamos decir que ha sufrido un retroceso. Muchos han olvidado lo importante de un trato correcto con los demás.  Por otro lado, los buenos modales deben enseñarse. Y no podemos esperar que sólo los maestros en la escuela lo hagan, porque aunque puedan fomentar conductas como: habla sin gritar o respeta al otro, no pueden asegurar que se conviertan en hábitos. Es en casa donde los padres debemos potenciar los buenos modales predicando con el ejemplo desde que el niño nace, para que llegue a ser parte de su forma de ser durante toda su vida.  No hace mucho, existía un manual de Urbanidad y buenas maneras con las reglas que seguir para convivir en sociedad, que siempre existieron y deberían continuar existiendo. Estas normas son indispensables para que una sociedad subsista y continúe siendo civilizada, y deben practicarse constantemente para formar hábitos de buena educación.  Tener buenos modales requiere cierta sensibilidad para prever los sentimientos de otras personas y estar en consonancia con ellos. En términos actuales, diríamos tener inteligencia emocional, entendida como la expresión del don de agradar a los demás, de utilizar habilidades comunicativas para generar bienestar alrededor (respetar, saber escuchar, etc.). Los buenos modales nos abren las puertas hacia el futuro, un futuro donde se procura el bien de los que nos rodean, no sólo el propio. Habrá que ir a contracorriente, si hace falta, y tomar conciencia de que esto supone una acción colectiva y un compromiso de toda la sociedad. La solución está en todos nosotros.
 
 
Bueno, acá les traigo otro artículo que me pareció interesante y sobre todo algo bastante actual porque la juventud de hoy tiene olvidado esto de los buenos modales. Creo que si todos pudiéramos acostumbrarnos a usar estas "palabras mágicas" se evitarían muchas peleas y porque no también varios malos entendidos.

viernes, 25 de octubre de 2013

El trato a los otros

Hola, hola!!! Hoy les traigo otro tema para pensar y hacer una autoevaluación para ver que tal nos comportamos con los otros. ¿Cómo tratamos a los demás? ¿A mí me gustaría que me trataran así? ¿Qué es lo que tengo que mejorar para con los demás?
Espero que les guste este artículo y les parezca interesante, besos!
 
El miedo al diferente
 

El ser humano es un ser racional cuyo instinto le lleva a preservar su identidad de grupo. El extraño, el diferente, el que viene de fuera o está fuera se puede percibir como una amenaza que provoca un sentimiento de rechazo que se puede explicar psicológicamente y hasta comprender, pero nunca justificar. En nuestra sociedad los más fuertes se imponen sobre los débiles.
 

La amenaza de lo desconocido
 

En un crudo día invernal, para defenderse del frío y de la nieve, los puercoespines de una manada se apretaron unos contra otros para prestarse calor. Pero, al juntarse, se hirieron con sus púas y tuvieron que separarse. Obligados por el frío de nuevo a estrecharse volvieron a pincharse y a distanciarse. Las alternativas de aproximación y alejamiento duraron hasta que encontraron una distancia media en la que tanto el frío como las heridas resultaban mitigados”.

Esta breve historia de la sociedad de los puercoespines la extrae Sigmund Freud de un texto de Schopenhauer para mostrar lo difícil que es soportar la proximidad íntima con el semejante (relaciones conyugales, de amistad, fraternales…) y señala que tiene un fondo hostil igual que los grupos étnicos: “El alemán del sur no puede aguantar al del norte, ni el inglés al escocés...”. La clave del asunto radica en que mientras se mantiene la distancia se soporta bien la amenaza que implica la proximidad del otro, pero el problema se plantea cuando se produce la mezcla y entonces el otro aparece como el extranjero.  Son las pequeñas diferencias entre las personas las que forman la base de los sentimientos de extrañeza y hostilidad, pues el temor a lo diferente no está en proporción con el grado de diferencia objetiva entre seres humanos sino con la diferencia emocional que propicia la necesidad de conformismo y adaptación a un grupo. Entonces la diferencia es interpretada como un ataque a la identidad y mediante la identidad de grupo se experimenta el sentimiento de identificación: si yo pertenezco al grupo A no me siento miembro del B, al que veo claramente peor.  Desde la psicología profunda vemos que la dificultad del ser humano para enfrentar lo distinto está marcada por el descubrimiento de la diferencia de sexos: El niño, hacia los cuatro años, descubre las diferencias anatómicas y se identifica con un sexo, de modo que la percepción del otro como distinto le produce angustia.  No se puede hablar del temor a la diferencia sin abordar el concepto de prejuicio. El prejuicio es una actitud de hostilidad en las relaciones interpersonales dirigida a un grupo o a las personas que lo componen. Y es curioso observar cómo el prejuicio puede llevar a asumir una actitud hostil frente a un colectivo sin haber tratado jamás a una persona perteneciente al grupo denostado: gitanos, judíos, musulmanes, sudamericanos, catalanes…  La suma del prejuicio y el temor a lo diferente remite al concepto de xenofobia, entendida como el miedo, hostilidad u odio al extranjero. La organización tribal conllevaría enfrentamientos y exterminios entre tribus vecinas. El sentimiento xenófobo y la prevención frente al extranjero serían rasgos evolutivos arcaicos. El extranjero formaría parte de la no pertenencia, de lo no familiar y habría que atacarle. Y es que la violencia humana es estructural e incluye luchas.Los grupos humanos necesitan formar círculos reducidos para canalizar la pulsión de destrucción, convirtiendo en enemigos a quienes se sitúan en el exterior del círculo. Estos mecanismos llevados al extremo son el germen del fanatismo y de los fundamentalismos de cualquier índole, siempre intransigentes con cualquier disidente. Sin embargo, no hay que confundirse: entender los mecanismos que nos llevan a segregar al otro no justifica el comportamiento xenófobo. Por encima de todo, somos racionales.
 
 


 

Dominación y exclusión
 

Las sociedades se han construido siempre a partir de las relaciones de dominación y obediencia colectiva. Este mecanismo opera de maneras obvias o sutiles, pero siempre con un patrón común: una mayoría numérica establece unos rasgos cualitativos que se tienen que cumplir para ser aceptado y delimita las diferencias excluyentes que identifican y clasifican a los segregados. Entendemos la inclusión y la exclusión social como procesos de estructuración necesarios de los grupos sociales (grandes y pequeños), sin olvidar que surgen de las actitudes individuales expresadas en la diversidad social. El conocimiento o desconocimiento que tenemos del otro, creencias acertadas o equívocas que les atribuimos, percepciones que tenemos... son las informaciones con las que analizamos su realidad. Si añadimos los sentimientos que nos suscita su confrontación (tristeza, asco, miedo, rabia...), tenemos los ingredientes básicos que predisponen para responder con una acción: ayudar, coaccionar, respetar, rechazar, maltratar... Harry C. Triandis define de esta manera cualquier actitud individual ante la realidad social. La cultura, la economía, la política, las ideologías ofrecen los pretextos que hacen posible la organización social: el género, la raza, el sexo, la religión, la salud, el territorio, la alimentación, el fútbol... sí, sí, también son excusas con las que todo el mundo se identifica o distancia del vecino del lado y se crean grupos sociales. ¿De qué sino los celíacos pagan más caro su pan de cada día, existen escuelas de educación especial, o un equipo de fútbol es más que un club?

Al socializar inquietudes y anhelos, consensuamos las actitudes individuales creando estereotipos, prejuicios, valores y creencias hacia la diferencia. Estos elementos protegen y benefician a una mayoría dominante, mientras obvian o perjudican a las minorías discriminadas. La seguridad, la supervivencia, la ambición o la idealización legitiman todo hito común pero también cualquier injusticia, discriminación o violencia.  Participando de los prejuicios de segregación a menudo aceptamos cierta alienación de nuestros posicionamientos personales, determinando el grado de coherencia, renuncia, contradicción o hipocresía que cada uno tolerará. Las condiciones de cada momento harán que necesitemos revisar el tipo de sociedad que hemos construido, normalizando los malestares, denunciando las injusticias o cometiendo las peores atrocidades de la historia. Llegados a este punto, evitemos el pensamiento único y revisemos nuestra ética individual y colectiva.